miércoles, 3 de marzo de 2010

Suicidas

Nunca me hubiera planteado escribir sobre este asunto. Es un tema espinoso, desagradable e incómodo para debatir. Porque no deja de ser una acción autodestructiva del ser humano incomprensible para los que lo vemos desde fuera.

Pero este sábado pasado casi asisto a un suicidio en directo. Y digo casi, porque si me asomo a la ventana diez minutos antes hubiera visto al suicida arrojarse al vacío.

Mi local está ubicado en un edificio cuya entrada está a la altura de una calle que linda con otra zona más baja, de manera que a pesar de estar en un bajo, mis ventanas, ubicadas en un lateral, se abren a un vacío de más de más de cuatro pisos de altura. Este desnivel estaba salvado por unas escaleras, y ahora, en reciente construcción gracias al PlanE, por un flamante ascensor acristalado que estaban terminando de colocar para ser inaugurado. Las barandillas estaban puestas, pero aún estaba cerrado el acceso a las escaleras y al ascensor. Aunque eso no impidió que el suicida llevara a cabo su propósito de lanzarse al vacío. Supongo que ya sabía de la existencia de este lugar, y quizás hasta fue considerado y pensó en hacerlo desde aquí porque no pasa nadie por la zona de abajo, al estar cercado como medida de protección por la obra. La barandilla está al lado de mi tienda, pero yo no me enteré de nada, hasta que ví el tumulto de gente arremolinándose cerca de mi escaparate. Entonces miré por una de las ventanas, que las tengo a mi espalda y tuve que retirar la vista. Era un señor de mediana edad, no muy mayor. Enseguida acudieron los equipos de emergencia y trataron de reanimarlo, pero yo aparté la vista, para no ver el espectáculo tan desagradable (os ahorro detalles). Cuando me asomé la siguiente vez su cuerpo inerte ya estaba cubierto con una manta.

Este hecho me ha traído a la memoria otros casos que he vivido "cercanos", en la medida que se han sucedido en un entorno más o menos próximo a mi familia, a amigos o a conocidos. Y que me han hecho reflexionar sobre ciertos aspectos de estas conductas autodestructivas, quizás movida por una morbosa curiosidad estadística o quizás por intentar justificar o entender qué tipo de sufrimiento, trastorno emocional o psíquico pueden abocar a una persona a tomar la decisión de acabar con su propia vida.

Cuando tenía catorce años, durante un verano en el pueblo, un chico joven y apuesto, hijo de los propietarios de uno de los chalets más lujosos, se pegó un tiro con una escopeta de caza. Recuerdo su imagen conduciendo un jeep descapotable, porque fue la primera vez que ví un coche de ese tipo. Quizás lo tenía todo y no tenía nada, como se suele decir en estos casos, cuando el muerto tenía una buena posición económica. Luego, al año siguiente, o quizás a otro, el padre de una chica de mi pandilla, también en el pueblo, apareció ahorcado en una finca de su propiedad. Sólo recuerdo el dolor y la angustia de mi amiga. Todos eramos muy jóvenes pero sabíamos que no debíamos hacer preguntas incómodas, sólo acompañarla en su pena.Más reciente, fue la muerte de la hija de una vecina de mi abuela, que se quitó la vida con el mismo método. Una chica joven, cuya adolescencia había quedado marcada por un embarazo no deseado, pero que había encontrado la estabilidad ya en la treintena con otro hombre, y con el que había tenido otro hijo. La última vez que hablé con ella la vi feliz, campechana como siempre, mostrándome orgullosa a sus hijos mientras me contaba que vivían en una casa a las afueras del pueblo. Incluso pensé, al verla con su pareja tras tantos años de ser estigmatizada en el pueblo por ese desliz que tuvo de joven, que ya era hora de que alguien la valorase y la hiciese feliz, porque se lo merecía. Dicen que dejó una carta de despedida, pero por mucha confianza que tenga con su madre, jamás le preguntaré que ponía, lógicamente. Cuando me dieron la noticia de su suicidio, me quedé sobrecogida, casi me costó creerlo, no podía imaginármela colgada de una cuerda...

No sé porqué pero en el medio rural quizás sea común este tipo de suicidio, el ahorcamiento, supongo que porque es un método relativamente fácil de hacer y no requiere herramientas muy complejas... Y en cambio el suicida urbanita, como el individuo que se tiró al vacío cerca de mi local, se sirve de las alturas que le proporciona la ciudad. También sé de aquél pobre homosexual, que quizás harto de ser vilipendiado por sus vecinos, se tiró desde un puente, el típico puente de los suicidas, ese que parecen tener todas las ciudades. Pero también sé de uno que, en el barrio de mis padres, se precipitó al vacío desde un octavo piso y consiguió su objetivo de quitarse la vida, pero cayó encima de otra persona, dejándola paralítica de por vida. Quizás por eso os comento arriba, que aquellos que toman esa decisión, al menos que sean considerados, y con su muerte no sesguen la vida de otras personas. Cosa que no tienen en cuenta los kamikazes y aquéllos que se echan a la carretera con su coche para quitarse la vida, para más inri saliendo ilesos en muchos casos pero llevándose por delante la vida de algún inocente.

Si entramos en estadísticas, hablar de suicidios no es políticamente correcto. Los periódicos y en general los medios de comunicación no suelen recoger este tipo de sucesos. Y cuando el suicida es un famosoen la ingestión de algún medicamento o droga, o de explosivas mezclas con el alcohol. Así que técnicamente no se puede asegurar que la verdadera intención del fallecido fuese la de quitarse de en medio, o si todo fue un fatal error, por lo que este tipo de suicidios no se contabilizan como tales, como el llamado Síndrome de Munchausen. Si bien es cierto que algunos países tienen en cuenta un pequeño porcentaje de los accidentes de tráfico por ser considerados suicidios encubiertos.

De hecho, casi nadie sabemos que en España, el número de muertes por esta causa supera al de fallecidos en accidentes de tráfico. En concreto, el suicidio se situó en 2008 como la primera causa externa de defunción, con 3.421 personas fallecidas, como así explica el INE. Si entras en su página web, te informan que desde 2007, la estadística de suicidos se recoje en una reseña publicada dentro de la "Estadística de Defunciones por causa de Muerte". Una vez que accedes a este apartado, encuentras agrupadas las causas de muerte por multitud de factores, y dentro de los sucidios, por otros tantos: sexo, edad, número de habitantes, tamaño de municipio, nacionalidades, etc.

Claro que mirando datos de otros países, tampoco nos podemos quejar, aunque en general, y según la O.M.S., el suicidio es causante de más mortalidad que todos los conflictos bélicos del Planeta, que se dice pronto...

Volviendo a nuestro país, el número de suicidas varones casi triplica al de mujeres, aunque si bien es cierto que la tentativa de suicidio es mayor en ellas. Luego hay cosas curiosas, que quizás no se vean en las estadísticas estatales, como los métodos empleados según el sexo. Las mujeres prefieren ingerir barbitúricos/venenos o cortarse las venas, mientras que los hombres echan mano de armas blancas, escopetas, horcas o se precipitan desde las alturas. Aunque son las mujeres las más propensas a dejar documentos de despedida y/o justificación.

El suicida también parece decidirse más en primavera y en verano, y según viva en el medio rural o en el urbano, resulta que en el primero son más propensos los ancianos, y en la ciudad, la tasa de edad es más joven.

En cuanto a la situación laboral y el estado civil, son menos propensos los que poseen empleo que los parados, y parece ser que se suicidan menos los individuos casados y con hijos que los divorciados, viudos y solteros, por este orden. Y es mayor la tasa de suicidio en extracciones sociales altas, aunque parezca paradójico, siendo los médicos, los militares, los músicos y los dentistas, por este orden, los que ocupan el top-ten de esta macabra lista.

Aparte de todas estas curiosidades y datos estadísticos, tenemos los análisis psicológicos o sociales, que intentar predecir o catalogar los factores de riesgos que pudieran inducir al suicidio.

La depresión (sobre todo en mujeres), la incomunicación y la soledad (sobre todo en ancianos y jóvenes), la pérdida de afectos (en ambos sexos), la pérdida de status laboral o social (sobre todo en hombres) y en general los sucesos traúmaticos como la pérdida de un hijo o de un familiar cercano, suelen ser detonantes habituales en personas sanas.

Por otro lado, factores como el deterioro físico, ya sea por enfermedades que supongan pérdida de movilidad, desfiguración, dolores crónicos, cánceres terminales; o el deterioro psíquico, derivado de enfermedades como el alzheimer, la esquizofrenia, la demencia, o depresiones severas pueden abocar a la persona que lo padece a una conducta claramente suicida. Conductas que vienen predecidas muchas veces con fases de autorretraimiento o por todo lo contrario, con explosiones de cólera, de la mano de hábitos como el consumo frecuente de sustancias tóxicas y/o alcohol.

Después de todo esto, sólo me queda decir que un hecho tan trágico no se puede explicar únicamente según tal o cuál factor o ser analizado de manera lógica... porque quién sabe el cúmulo de desgracias, dolorosas circunstancias personales, angustias, etc por las que pueda atravesar una persona a lo largo de su vida o en una situación en concreto, y que le predispongan a tomar tan drástica decisión. Mucha gente dice que es una decisión cobarde, pero esto es muy discutible, sobre todo si entramos en el debate de la eutanasia. Porque pienso que también hay que ser muy valiente para decidir acabar con la propia vida, sobre todo aquellas personas que consideran que su vida no es digna y que incluso puede suponer una carga para los demás, por mucho dolor que puedan causar o por muchas opiniones controvertidas que puedan suscitar. Y si no hay está el caso de Ramón Sampedro...

7 chispazos:

Inma dijo...

Tengo dos casos muy cercanos, uno de ellos en mi familia directa. Al dolor de la perdida de un ser querido añades el de saber que igual podrías haberlo impedido si hubieras hecho otra cosa. Eso te persigue siempre, es para toda la vida.

BLAS dijo...

Sí que es un tema espinoso, más que un cardo, porque además pica. Se opine lo que se opine, siempre es controvertido.
Personalmente entiendo a las personas que toman la decisión de quitarse de en medio. Personas que sienten que no pintan nada en esta vida, y que a nadie importan. Gente que ya no puede más, que no se siente capaz de seguir viviendo, ni le ve sentido a luchar para llegar a nada.
No creo que sea una cobardía, porque para llegar a ese extremo ha habido que pasarlo muy, pero que muy mal, no es algo banal.
Las mujeres tendemos al suicidio con barbitúricos porque le damos más vueltas a las cosas, hacemos previsiones y lo preparamos todo para el momento. Mientras que los hombres suelen hacerlo en un momento de euforia, sin pensarlo, porque si lo piensan, no llegan a hacerlo. Esto si hablamos de la gran mayoria. Como siempre, la excepción confirmará la regla.
Yo también conozco casos de primera mano: El padre de una amiga de la infancia se pegó un tiro en la boca con su arma reglamentaria (era policia). Y el padre de un amigo se metió en su coche tras cubrirlo de gasolina y se carbonizó en un descampado. Este último era previsible, puesto que cayó en una espiral de depresión mayor impresionante, cuando perdió a su mujer de cáncer, siendo aun jóvenes y tras tener a sus tres hijos. Además, debía tenerlo previsto, puesto que lo hizo cuando sus tres hijos ya habían acabado sus carreras, encontrado trabajo seguro y nació su tercer nieto.
Viviendo en Madrid, un día al pasar por la calle, escuché un golpe sordo y muy fuerte a pocos metros de mi espalda, y cuando me volví vi a un hombre reventado que acababa de tirarse desde el edificio de su azotea. El espectáculo es de los que se quedan en la retina para siempre, aunque yo aparté la vista al segundo, pero se queda.
Perdona, que estoy enrrollándome, cual persiana enloquecida, pero es que es un tema que da para mucho...

Besos Coilet!!

chema dijo...

jo, vaya impresión que debió causarte ver aquello, aunque fuera de refilón...
los casos de suicidio que más me impresionan son los de personas que aparentemente se encontraban bien... la mente humana es muy, muy compleja.

Candela dijo...

Tu apartaste la vista, conociendome, probablemente yo habria sacado la camara.

El suicidio en Irlanda tambien es muy frecuente. Jay ha perido asi a varios amigos y conocidos. De hecho, su pueblo es estatisticamente el que mayor numero de suicidios tiene en el pais. No se si estara en elk aire o que...

COILET dijo...

Pues sí, Inma, cuando le atañe a uno por ser muy cercano, existe ese pequeño sentimiento de culpabilidad, de qué podría haber hecho uno... por eso cuando se dan noticias de estos sucesos hay que ser respetuoso y cauteloso, pq hay una familia de por medio...

Jo, Blas, menudos casos, sí tienes razón, el hombre quizás usa métodos más efectivos y no se lo piensa tanto, mientras nosotras somos más calculadoras... Yo tampoco creo que sea una cobardía, sino que me pregunto ante estos casos por qué la vida les trató tan mal y pienso que sus razones tendrían... Lo malo es cuando hay familia, y por ejemplo en el caso de ese señor que me cuentas que se quemó vivo (muy fuerte) y piensas si aunque fuese sólo por su nieto podría haber tenido ganas para seguir viviendo...

Pues sí, Chema, porque cuando hay un desarraigo total, una vida echada a perder con drogas, alcohol, maltrato... puedes entenderlo, pero de personas aparentemente sanas y felices... pues te quedas de piedra, claro que como bien dices la mente humana es inescrutable y lo que pasa puertas adentros de una casa que parece tan normal nunca lo sabemos...

Pues Candela, yo no fui capaz, además que enseguida la policia vino a apartar curiosos, aunque claro que a mí no me podía quitar de mirar, pq yo desde mi ventana podía verlo perfectamente. Pero no es agradable, lo ví de reojo por casualidad y luego ya no pude...

Aquí en España la comunidad que tiene la estadística más alta, curiosamente es Asturias....

Geno dijo...

Es este un tema muy complicado ¿Son cobardes o valientes las personas que se suicidan? Cobardes porque no se atreven a seguir enfrentándose a la vida y valientes pro acabar con ella porque opino que hay que tenerlos bien puestos para matarse a uno mismo. Yo he vivido dos casoa cercanos y es cierto que quedas impactado cuando te enteras de que se han suicidado, más creo yo que si hubiesen tenido un accidente.

anele dijo...

Coincido en lo de que no me parece una cobardía: hay que tener mucha sangra fría para atreverse a hacer algo así, por muy desesperado que se esté.
Yo sería incapaz de quedarme mirando. Recuerdo hace años que llendo por la calle vi a varias personas arremolinadas ante un edificio; estaban mirando a un hombre apoyado en el exterior de un balcón. Yo salí por pies para ni siquiera escuchar el impacto en caso de que se animara a tirarse al vacío. Se me ponen los pelos de punta sólo de pensarlo.

Por lo que veo, una de las técnicas más frecuentes es la horca.
La madre de una amiga mía tuvo varios intentos de suicidio. La pobre estudiaba fuera de Madrid y recuerdo que me decía que cada vez que sonaba el teléfono se le ponía un nudo en la garganta. Incluso llegaron a ingresarla en el psiquiátrico en una ocasión. Al 3º o 4º intento finalmente lo consiguió. Se la encontró su hijo colgada en casa.

Eso sí que tiene que ser demoledor y cargar de remordimientos por saber que han sido varias veces y que podrías haberte esforzado más. No lo sé porque nunca quise tocar con ella este tema.

La verdad es que el drama parecía perseguir a esa familia. La abuela sufrió años después un incendio en su casa (afortunadamente sólo daños materiales; pudo salir a tiempo). Y mi amiga falleció 3 días después del 11M, en un accidente de carretera viniendo a Madrid a votar.