lunes, 14 de mayo de 2012

Seré una drama-mamá?

Espero que no... Pero lo que sí está claro es que muchas de las frases que recopila Amaya Ascunce en su libro, yo, por lo menos, las he oído de boca de mi madre hasta hartarme... Y no he podido evitar adquirirlo, porque me parece una antología de memorables consejos disparatados (o no tanto) de nuestras madres digna de guardar. Cuando empecé a leer su blog no sé por qué intuí que algún día todo eso se publicaría. Por eso felicito a la autora por esta genial recopilación.

Y haciendo memoria, me tomo la libertad de apuntar unas cuantas frases propias de la mía, por si la autora quiere hacer una segunda parte:

- "Eres más vaga que la chaqueta un guarda". Se ve que mi madre no tenía buen concepto de los guardas, que no guardias. Pero qué c*ñ* era un guarda y qué hacía (o no) para que su chaqueta fuera vaga?. No lo sé, creo que esto me llevaría a invertir mucho tiempo en búsquedas por Internet y sinceramente no me apetece.

-"Eres más sosa que una mata de habas". Mi madre una maestra en subirte la autoestima. Incluso una vez que me torcí un tobillo, recuerdo que al llegar a casa cojeando me recriminó:

-"Mira que eres inútil, es que no te fijas por dónde pisas? Pues como te tengan que vendar la pierna te voy a vendar yo la cara a guantazos. Es que no me das más que disgustos". Mi madre era muy sufrida, menos mal que hoy día ha rebajado el listón... porque los "disgustos" si se los doy, se los doy por teléfono...

La comida era frecuentemente tema de disputas. 

Cuando una hacía muecas desagradables ante los platos de comida que se esforzaba tanto en cocinar, se alzaba esa machacona advertencia:

-"Hambre, teníais que haber pasado". Aún hoy día, cuando no ponemos buena cara ante sus menús, nos lo salta, para recordarnos a mi hermano y a mí lo afortunados que fuimos al no vivir una posguerra... 

-"Ni se te ocurra hacer pelota con la comida, ya te estás tragando eso de la boca". Cómo no iba a hacer pelota. Odiaba los higaditos de pollo, su asquerosa textura gomosa y a la vez dura, su repugnante olor a rancio. Y quién dice higaditos dice criadillas. Que luego una, cuando se va haciendo mayor se entera de que son las partes nobles del toro y entonces no se te hace la boca agua precisamente, sino toda ella una náusea retenida que se abre paso desde las entrañas de tu pasado hasta tu presente con sólo pensar cómo te llegaste a meter eso a la boca. Qué tiempos aquéllos en los que la casquería era un puesto del mercado independiente, con vida propia más allá de los filetes de ternera repletos de nervios, que ya de por sí te costaba ingerir... Por supuesto, en cuanto mi madre no miraba, la "pelota" fibrosa iba a parar, tras un magnífico y rápido lanzamiento, detrás de la cocina, que sólo se retiraba dos veces al año para limpiar y era cuando aparecían los "tesoros" escondidos.

 Mi madre era muy dada a hacer comparaciones. Así que, para recordarnos que teníamos que comer lo que nos ponía sin rechistar, usaba esta cantinela:

-"No dejes nada en el plato, es que quieres quedarte como el espíritu de la golosina?". Yo desconocía que las golosinas tenían espíritu, y mucho menos que éste fuera anoréxico. Hoy día tendría unas palabras con ese espíritu, aunque fuera gracias a Iker Jiménez, porque precisamente no se me ve cara de desnutrida...

-"Te voy a dejar el culo como un pandero". Esta expresión siempre iba acompañada de una amenazante zapatilla que a veces volaba por el pasillo aterrorizándonos a mí y a mi hermano. Nunca he entendido por qué me iba a dejar el culo así, si ya me venía de serie, por cierto, heredado de su familia.

-"Mírate qué pintas llevas, si parece que vas a pedir". Luego estaba la versión "Si pareces una zarrapastrosa". Cuando te salías de la faldita de tablas y la blusita y empezabas a llevar blusas decoloradas, pantalones "rotos" y desgastados y zapatillas deportivas, ya estabas sentenciada.

Una de sus últimas salidas, cuando la anuncié que estaba de nuevo embarazada, (ya con el primero me soltó un "-Bueeeeenoooo") me dejó K.O.

-"Pero no estabas tomando algo?". Se me quedó cara de "Gracias, mamá, yo también me alegro de hacerte abuela de nuevo". Yo creo que la pillé desprevenida, todavía haciéndose a la idea del primer nieto (y eso que ya habían pasado 2 años). Eso o que esperaba que para el segundo hijo escogiera como padre a un hijo de Botín (como poco). Conociéndola...

Y ahora porque no me acuerdo de más...