miércoles, 22 de octubre de 2008

Un vecino altruista

Trasladé mi línea de teléfono fijo con la modalidad de tarifa plana e internet de mi domicilio al negocio, porque era dónde verdaderamente me sería más útil, y prescindí de tener internet en casa porque no me apetecía tener el gasto adicional de otra línea.

Porque una de las cosas que no comprendo de mi compañía telefónica es que no sea capaz de ofrecerme la posibilidad de llevarme esa conexión a internet por separado y de manera móvil a cualquier otro sitio dónde vaya, sin necesidad de tener que pagar una línea o servicio adicional, puesto que en el caso de mi domicilio, no me interesa tener línea de fijo ya que para las llamadas uso el móvil y quién quiera localizarme fuera de horas comerciales ya sabe que ha de llamarme al mismo.

Asi que hace un año, por pura casualidad, descubrí que tengo un vecino que deja su conexión wifi sin cifrar... Una prima mía me dejó un pórtatil con un usb-wifi y de repente empezó a encontrar conexiones a diestro y siniestro. La mayoría tenían su correspondiente candado, pero había una que estaba libre, la de mi altruísta vecino...

Desde entonces, cuando acabo mi jornada y llego a casa, enciendo el ordenador y ahí está él (o ella), normalmente hasta las doce de la noche, hora en la que debe apagar su ordenador y pone fin a la conexión, pues sospecho que el router que posee será interno. Empiezo a conocer sus costumbres: algún rato a la mediodía está conectado, los viernes es cuándo más tiempo se queda, algún fin de semana me deja sin conexión (tiene derecho a salir a darse una escapadita, por supuesto).

Quizás penséis que tengo mucho morro, pero, bueno, realmente ¿quién tiene la culpa de mi intromisión? ¿yo por entrar sin que él (o ella) lo sepa en su red, o él (ella) por haberla dejado desprotegida?

Además, no tengo mucho cargo de conciencia puesto que no le robo prácticamente ancho de banda; únicamente me conecto para leer mis correos y ver algún foro, y de paso actualizar el sistema o el antivirus, que siempre viene bien. No se me ocurre abusar de ello descargando música ni películas, eso ya no sería honesto... y también sería una proeza a prueba de los más pacientes, porque la velocidad que consigo chupar en los picos más altos no supera los 36 Kbps, con lo cuál mi pequeña visita no llega a ralentizar su conexión.

Para mejorar la estabilidad y velocidad de la conexión tengo mi particular "condesador de flufo" (así bautizamos Watio y yo al invento en cuestión, bastante cutre, por cierto) y en una ocasión que orienté la antena por fuera de la ventana encontré a otro (u otra) que también tenía su "puerta abierta", supongo que todo va en función de mejorar el artilugio en cuestión para que sea capaz de captar ondas más remotas... Y diréis, ¿de dónde saqué yo la idea de tal artefacto? Bueno, os sorprendería saber la cantidad de tutoriales que circulan por la red para fabricarse antenas que capten wifi, hechas de los más diversos materiales (latas de conservas, coladores, paraguas, ensaladeras...), muchas de ellas verdaderamente útiles para aquellas personas que están más aisladas en pueblos o zonas rurales dónde la conexión adsl es ciencia ficción...

Os dejo este enlace por curiosidad: Antenas caseras wifi

martes, 14 de octubre de 2008

A por setas

Nos gusta ir a buscar setas, porque claro está, no encanta comerlas. Y el que algo quiere, algo le cuesta.

Cuando bajamos a Ciudad Local, podemos ir a los montes de alrededor, incluído el de "mi Pueblo", porque su arbolado de pinos favorece el crecimiento de especies como los níscalos, el pie azul y el violeta, entre otros. Por supuesto, el manjar más cotizado es el níscalo, o como dicen por allí "nícalo", ya que a la plancha con unos ajitos está de vicio. Los más grandes se aprovechan para hacer guisos con patatas o con carnes.

Lo mejor de la jornada es el almuerzo, ese pequeño tentempié que se come uno a media mañana en compañía de otros amigos para soportar hasta la comida el run-run que te hace el estómago después de la caminata. Se cata un poco de chorizo, de jamón, alguna latilla de sardinillas o de lo que se tercie, mientras se echa un trago de vino a gollete de una botella o porrón.



Esta es una muestra de lo que cogimos el pasado fin de semana, lástima que luego se acaban demasiado pronto... Aunque, no os creáis, algunos están guisados y en el congelador, para poder disfrutar de ellos más adelante...