Ya está aquí la temida Navidad. Y digo temida porque para mí supone un stress total en cuanto a pensar qué días compartir con una familia, qué días con otra, los regalitos, las compras...
Este año hemos decidido bajar a Ciudad Local y al Pueblo sólo en un fin de semana, que más que fin de semana es un "super-puente": el de Nochevieja hasta Reyes. Y es que cae todo bastante mal, entre semana, y Watio no puede perder tantos días. Le toca trabajar el viernes de después de Navidad. Así que aunque otros años voy al Pueblo a celebrarlo con mis padres, mis tíos y primas y mi abuela, este año supongo que los veré en el Año nuevo. Total, qué más da cuándo nos reunamos, el caso es estar un momento juntos.
Además, estas fechas es repetir un mismo ritual de comidas, brindis, regalitos, buenas caras aunque te trates lo justo el resto del año con ciertas personas... La Nochevieja siempre igual, no os pasa a veces que miráis a vuestro alrededor y tenéis la sensación de que todo el mundo se lo está pasando bien, menos tú??
El estrés comienza con la cena. Aquello parece una prueba del Gran Prix: tienes que llevar ropa interior roja, tener algo de oro para meterlo en la copa, preparar las doce uvas... Y contarlas varias veces, porque, como son todas iguales, te equivocas:
- Una, dos, tres, cuatro... una, dos, tres, cuatro, cinco, seis... Esta pocha ya la he contado... Una, dos... siete, ocho... ¡Joder, las doce menos veinte! Y ahí estás tú intentando pelar las tuyas para poder digerirlas mejor y te viene la cuñada pesada: "Ay, ya que te pones, podías pelarme las mías también, oye y el pipo no se puede sacar?". Tú la miras con resignación y sigues a lo tuyo, apartando celosamente tu platito de 12 uvas recién peladitas listas para el atracón...
Por supuesto primero te tienes que comer todo lo que está en la mesa... ¡Y antes de las doce! Porque resulta que has bajado al bar a tomarte algo con todo el mundo y ya son las diez y pico, así que empiezas a pelar gambas con la velocidad del rayo, a la vez que te metes en la boca el canapé de salmón y te guardas alguna loncha de ibéricos, por si acaso...
Que cuando ves que acaba ya el programa de humor donde si tienes suerte no se repite lo de la empanadilla de Móstoles, te entra el pánico y sólo falta hacerte un sandwich con el bacalao o con el cordero, porque te falta tiempo. Y no eres el único que está agobiado, ¿eh? No hay más que ver la tele. Allí están los presentadores de turno, explicando a toda España como funciona un reloj.
Acojonados por si se equivocan:
Todos los años lo mismo, pero si total, siempre confundimos algún cuarto con alguna campanada o al revés, o vete tú a saber...
Cuando por fin llegan las doce, en toda España se oye lo mismo: Cla, cla, cla, cla... es la bola: cla, cla, cla... Din-don...
- ¡Ah no, que son los cuartos!
Din-don...
- ¡Escupid que son los cuartos!
Din-don...
- Pfbbbbbbbb... ¿qué son qué?
Din-don...
- Los cuartos...
Ton...
- ¡Ahora, ahora!
Ton...
- ¡Una!
- ¡Que no, que vamos por la segunda!
Ton...
- Pues me meto dos...
Ton...
- Seis...
- ¿Cómo que seis?
Ton...
- A mí ya no me caben más, ¿eh?
Ton..
-¡Eh!, ¡deja mis uvas, cabrón!
Ton...
- ¡Es que se me ha caído una al suelo!
Ton...
- Bgrfds...
Ton...
- Bggggdffffff...
Ton...
- A mí ya no me quedan...
Ton...
- Bgggggdffffff....
- ¡Pues a mí me sobran cuatro!
Ton...
- Bfgggggggg, grounfffffff...
Y cuando acaban, toda la familia con la boca llena de babas, (yo sin tragarme la mitad de las uvas y eso que las he quitado la piel) a darse besos:
- Feliz año, eeeeeeeeeh, felicidades, grfdddfd...
Y mi suegra que ha leído en algún sitio que además de confeti y serpentinas hay que tirar la copa de champán por encima del hombro para hacerla añicos, de repente recuerda que no tenemos chimenea y la lanza por la ventana al otro lado de la calle, contra los contenedores del reciclaje (muy considerada ella):
-crashhhh, chinnn, clinnnkk...
Y piensas... bufff, menos mal que a estas horas no pasa nadie...
Y suena el teléfono: ¡riiiiiiiiiing!
- ¡Pero coño! ¿Ya están llamando? ¿No se pueden esperar?
- Pues a mí todavía me sobran dos...
- ¡Champán, que alguien abra el Champán!
Y va el abuelo y se pone abrirlo y claro, el corcho sale disparando haciendo diana en algún jarrón decimonónico del mueble o pasa rozando el globo de cristal de la lámpara de araña... (bufff).
¿A qué es original empezar así el año? Y todo porque a unos viticultores de Elche, hace 100 años, se les ocurrió dar salida al excedente de uvas afirmando que había que tomar una uva por cada campana al entrar el año porque si no tendrías mala suerte.... Cualquiera se arriesgaba!! Aunque me consuelo pensando que en Chile comen lentejas (puafff).
Nota: parte de este post está extraído de un monólogo de "El Club de la comedia", aunque yo he añadido mis pequeños apuntes personales... Os dejo el video, veréis cómo os sentís indentificad@s, además que Flo está soberbio:
Este año hemos decidido bajar a Ciudad Local y al Pueblo sólo en un fin de semana, que más que fin de semana es un "super-puente": el de Nochevieja hasta Reyes. Y es que cae todo bastante mal, entre semana, y Watio no puede perder tantos días. Le toca trabajar el viernes de después de Navidad. Así que aunque otros años voy al Pueblo a celebrarlo con mis padres, mis tíos y primas y mi abuela, este año supongo que los veré en el Año nuevo. Total, qué más da cuándo nos reunamos, el caso es estar un momento juntos.
Además, estas fechas es repetir un mismo ritual de comidas, brindis, regalitos, buenas caras aunque te trates lo justo el resto del año con ciertas personas... La Nochevieja siempre igual, no os pasa a veces que miráis a vuestro alrededor y tenéis la sensación de que todo el mundo se lo está pasando bien, menos tú??
El estrés comienza con la cena. Aquello parece una prueba del Gran Prix: tienes que llevar ropa interior roja, tener algo de oro para meterlo en la copa, preparar las doce uvas... Y contarlas varias veces, porque, como son todas iguales, te equivocas:
- Una, dos, tres, cuatro... una, dos, tres, cuatro, cinco, seis... Esta pocha ya la he contado... Una, dos... siete, ocho... ¡Joder, las doce menos veinte! Y ahí estás tú intentando pelar las tuyas para poder digerirlas mejor y te viene la cuñada pesada: "Ay, ya que te pones, podías pelarme las mías también, oye y el pipo no se puede sacar?". Tú la miras con resignación y sigues a lo tuyo, apartando celosamente tu platito de 12 uvas recién peladitas listas para el atracón...
Por supuesto primero te tienes que comer todo lo que está en la mesa... ¡Y antes de las doce! Porque resulta que has bajado al bar a tomarte algo con todo el mundo y ya son las diez y pico, así que empiezas a pelar gambas con la velocidad del rayo, a la vez que te metes en la boca el canapé de salmón y te guardas alguna loncha de ibéricos, por si acaso...
Que cuando ves que acaba ya el programa de humor donde si tienes suerte no se repite lo de la empanadilla de Móstoles, te entra el pánico y sólo falta hacerte un sandwich con el bacalao o con el cordero, porque te falta tiempo. Y no eres el único que está agobiado, ¿eh? No hay más que ver la tele. Allí están los presentadores de turno, explicando a toda España como funciona un reloj.
Acojonados por si se equivocan:
- Cuando la aguja pequeña esté en las doce y la grande también... serán las doce.
¡Coño, como todas las noches!. Y ahí está el primo listillo que dice: "joder, ya lo podrían poner digital". Y se lleva una colleja de la abuela (que es muy tradicional) por sus "paparruchas". (A quién se le ocurre!! Aunque quizás bien pensado alomejor así nos ponían una "cuenta atrás").
- Y entonces bajará la bola y... primero vienen los cuartos, amtes de las campanadas ¡no vayan a empezar a comerse las uvas, ¿eh?
Todos los años lo mismo, pero si total, siempre confundimos algún cuarto con alguna campanada o al revés, o vete tú a saber...
Cuando por fin llegan las doce, en toda España se oye lo mismo: Cla, cla, cla, cla... es la bola: cla, cla, cla... Din-don...
- ¡Ah no, que son los cuartos!
Din-don...
- ¡Escupid que son los cuartos!
Din-don...
- Pfbbbbbbbb... ¿qué son qué?
Din-don...
- Los cuartos...
Ton...
- ¡Ahora, ahora!
Ton...
- ¡Una!
- ¡Que no, que vamos por la segunda!
Ton...
- Pues me meto dos...
Ton...
- Seis...
- ¿Cómo que seis?
Ton...
- A mí ya no me caben más, ¿eh?
Ton..
-¡Eh!, ¡deja mis uvas, cabrón!
Ton...
- ¡Es que se me ha caído una al suelo!
Ton...
- Bgrfds...
Ton...
- Bggggdffffff...
Ton...
- A mí ya no me quedan...
Ton...
- Bgggggdffffff....
- ¡Pues a mí me sobran cuatro!
Ton...
- Bfgggggggg, grounfffffff...
Y cuando acaban, toda la familia con la boca llena de babas, (yo sin tragarme la mitad de las uvas y eso que las he quitado la piel) a darse besos:
- Feliz año, eeeeeeeeeh, felicidades, grfdddfd...
Y mi suegra que ha leído en algún sitio que además de confeti y serpentinas hay que tirar la copa de champán por encima del hombro para hacerla añicos, de repente recuerda que no tenemos chimenea y la lanza por la ventana al otro lado de la calle, contra los contenedores del reciclaje (muy considerada ella):
-crashhhh, chinnn, clinnnkk...
Y piensas... bufff, menos mal que a estas horas no pasa nadie...
Y suena el teléfono: ¡riiiiiiiiiing!
- ¡Pero coño! ¿Ya están llamando? ¿No se pueden esperar?
- Pues a mí todavía me sobran dos...
- ¡Champán, que alguien abra el Champán!
Y va el abuelo y se pone abrirlo y claro, el corcho sale disparando haciendo diana en algún jarrón decimonónico del mueble o pasa rozando el globo de cristal de la lámpara de araña... (bufff).
¿A qué es original empezar así el año? Y todo porque a unos viticultores de Elche, hace 100 años, se les ocurrió dar salida al excedente de uvas afirmando que había que tomar una uva por cada campana al entrar el año porque si no tendrías mala suerte.... Cualquiera se arriesgaba!! Aunque me consuelo pensando que en Chile comen lentejas (puafff).
Nota: parte de este post está extraído de un monólogo de "El Club de la comedia", aunque yo he añadido mis pequeños apuntes personales... Os dejo el video, veréis cómo os sentís indentificad@s, además que Flo está soberbio:
FELIZ AÑO 2009!!!
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