viernes, 10 de abril de 2009

Via Crucis

No soy especialmente religiosa, por lo menos en cuanto a seguir a rajatabla los preceptos que la Iglesia quiere inculcar, lo cuál no quiere decir que no tenga mis propias creencias y me rija por una ética y unos principios morales que de todas formas tengo presentes aunque no me los hayan impuesto los curas.

Así que cuando llega la Semana Santa yo la única ventaja que encuentro es poder comer torrijas, beber limonada (que ahora no puedo porque tiene alcohol) y tener cuatro días de fiesta seguidos, para ser sinceros. No obstante, soy consciente de que todo lo que rodea la conmemoración de la muerte de Jesús (procesiones, cofradías, Via Crucis...) es celebrado con devoción por muchas personas y en muchos sitios la creencia y la tradición han convertido estos actos en interés turístico popular y nacional, cosa que respeto y que me parece muy bien.

Que el espectáculo está lleno de recogimiento y es muy sentido, de acuerdo. Sin embargo, me cuesta creer que por idolatrar unas imágenes hechas en madera o escayola y encima cargar con ellas a hombros, uno vaya a ganarse con más facilidad la plaza en el más allá... Porque yo lo único que he visto sacar en claro es un lumbago de campeonato o un insufrible dolor de pies, pero bueno, cada cuál puede manifestar su fe religiosa como le venga en gana.

También me fastidia un poco que a las seis de la tarde me encuentre cortada la principal avenida de la ciudad y tenga que dar un rodeo tremendo con el coche para poder circular, pero me hago a la idea que en las fiestas también hay bajada de Peñas y ocurre lo mismo (aunque estos se dan más maña en hacer el recorrido, claro). Ahora que cuando me han pillado yendo a patita por Ciudad Local, ya he cruzado entre dos Pasos alguna vez, si he necesitado acceder al otro lado de la calle, para escarnio de marujas intransigentes y beatos recalcitrantes. Aunque peor es Watio, que no escatima en soltar su particular punto de vista cuando se encuentra con alguna molesta concentración de gente que le impiden el paso, apostillando: "Ah, que por aquí no se puede pasar, que vienen los del KKK". Recuerdo además un año que fuimos a buscar a mi suegra al terminar la procesión de Viernes Santo y Watio bajó comiéndose un bocadillo de chorizo casero, bien grasiento y que expedía un aroma contundente...

Por supuesto, todo esto no deja de ser mi particular punto de vista y no quiero que nadie se moleste, así que antes de que me "excomulguen", voy a ser indulgente y voy a acercaros a una Pasión Viviente que siempre me ha llamado la atención por la expectación que suscita. Porque reconozco que fuera aparte de que seas creyente o no, o estés de acuerdo con este tipo de celebraciones, hay actos que impactan por su espectacularidad y emotividad. Uno de éstos es el Via Crucis de un pueblo medieval vizcaíno, Balmaseda, donde la mayoría de sus habitantes se involucran en una representación viviente que pretende acercar y revivir los últimos y dolorosos momentos de la vida de Jesucristo.

Este Via Crucis viviente llega a congregar a más de 25.000 personas que se acercan para ver esta representación, organizada por más de 700 vecinos del pueblo (contando bandas musicales, procesiones, organizadores y personajes).

¿Qué mueve a tantas personas a participar? A algunos les mueve la tradición, a otros promesas o motivos religiosos y por supuesto, según dicen ellos, el orgullo de sentirse balmasedanos. Incluso los más pequeños participan también en Via Crucis infantiles hechos a su medida.

Los actos empiezan desde el Jueves con la "Última Cena", la "Oración en el Huerto de los olivos" y por último el "Prendimiento de Jesús" con el consiguiente juicio ante los sacerdotes presidido por Caifás. Durante la representación, la colaboración ciudadana es ejemplar, pues los vecinos del entorno de la plaza donde se realizan estas escenas evitan dar las luces de sus casas y el silencio se hace sobrecogedor.

El viernes comienza con " El ahorcamiento de Judas" y a las nueve de la mañana resuenan por las calles del pueblo los tambores de la guardia romana que anuncian "El Juicio de Pilatos". Después sigue la coral actuación con "La Flagelación", "La primera Caída" y "Los encuentros con la Virgen", para culminar en "La Crucifixión" y la posterior procesión de "El Entierro".

Todo el evento está recreado con todo lujo de detalles, tanto en la cuidada representación de las escenas con diálogos en directo (se pasan meses ensayando) como en el realismo y riqueza de las vestimentas de sus protagonistas. Hay personas que tienen que vigilar desde fuera que todo siga un orden, otros se encargan de hacer de turba ruidosa y los más afortunados, encarnan a los personajes principales, pero todos se entregan con pasión absoluta en su papel, a pesar de no ser actores profesionales. Y cuando digo "afortunados" me refiero a que existen listas de espera para desempeñar los papeles más relevantes y sus protagonistas son elegidos con dos años de antelación.

Es la puesta en escena de los pasos de Jesús hacia el Calvario, que finaliza con la Crucifixión, la que más impacta y mayor carga dramática posee. Incluso dejando a un lado la emotividad religiosa, es inevitable que un sentimiento de compasión recaiga en el personaje de Jesús, pues la persona que encarna su figura sufre la flagelación con fustas (algo mitigada), se le impone una corona real de espinas y debe portar durante el recorrido una cruz de madera que pesa unos 60 kilos (aunque es ayudado por el personaje de Simón Cirineo en un tramo) con las consiguientes caídas para acabar izado en la Cruz.

Esta tradición (con más de 130 años) ha ido evolucionando con el tiempo, y si bien al principio consistía en una procesión con los principales personajes del Via Crucis acompañados por una guardia romana, se han ido incorporando más escenarios y personajes, lo que la han dotado de gran realismo y espectacularidad. Además, es a partir de 1963 cuando se introduce la escena de la Crucifixion y a principios de los setenta se creó incluso una asociación para preservar, organizar y mantener viva esta tradición, cuyo pilar principal es la participación de los vecinos del pueblo.







P.D.: Los comentarios se verán a mi vuelta, ahora estoy de vacaciones...

6 chispazos:

Candela dijo...

Y esto al guii le encantaria, jajajaja, alucinaico quedo cuando me lo lleve a cadiz a veer al kkk, jajajjaja. La primera procesion que vio no queria ni moverse pa hacer una foto, cagaito que estaba, fijate...

Inma dijo...

La primera vez que llevé a mis hijos a una procesión tendrían unos 5 ó 6 años. Me avasallaron a preguntas sobre el porqué de tanto pie descalzo, gente de rodillas, cadenas etc... No lo entendían.
Mi hija me dijo:
"Seguro que Dios pasa de todo esto un montón"

anele dijo...

Madre mía!! Es impresionante lo bien recreado que está, los trajes, los gestos,...

Una pregunta, no le crucificarán de verdad, ¿no? Es algo que siempre me ha parecido horrible, como acostumbran a hacer en Filipinas. Tampoco hay que ser tan realista!! Como dices, no creo que se ganen el cielo por infligirse heridas, la caridad se demuestra de otro modo muy distinto, día a día.... Pero com hay tanto fanático suelto por el mundo con ideas equivocadas...

Yo no "practico", también vivo la religión a mi modo, pero es una tradición que me gusta. Hace años solía ir a las procesiones de Madrid, hay 2 o 3 realmente buenas que no tienen nada que envidiarle a las sevillanas, pero no he vuelto a ir porque cada año están más masificadas.
Ahora prefiero quedarme en casita tomandome unas torrijitas.

BLAS dijo...

La verdad es que yo respeto mucho las tradiciones de todos lados. Son una parte muy importante de la historia de cualquier lugar, y creo que sin ellas no seríamos nada. Lo que no me gusta es que me las impongan. Yo respeto una tradición, pero si no me agrada, no tengo por qué sufrirla o aguantarla. Si tengo que pasar por el medio de un paso para cruzar la calle y ahorrarme dos manzanas, pues lo hago, y no entiendo los improperios de quienes están allí rezándole al santo en cuestión, que tampoco se entiende ese Jeckyll y Hyde de los capillitas cofrades (soy muy bueno y le beso el manto a la virgen, pero puedo matarte a guantás si pasas por delante de mi vírgen porque necesitas ir a la calle de enfrente...). Solo tengo una excepción a mi regla general de respeto de las costumbres, no soporto aquellas en las que se hace sufrir a un ser vivo. Por ahí ya no paso. Eso sí, si en el Vía Crucis que muestras, son voluntarios y les gusta pasar por todo ese "vía crucis", pues hala!, a disfrutarlo... ¡Besos! Y espero que lo esteis pasando bien en vuestras merecidas vacaciones. Ya contareis ¿no?

COILET dijo...

Pues sí, Inma, yo tb pienso como tu hija, jejeje, la verdad hizo un razonamiento muy lógico.

Aunque como dice Blas, una cosa es la tradición muy respetable, y otra que te impongan porque sí esas prácticas. Y los que quieran hacerlo por sus creencias, pues muy bien, son libres, aunque es verdad que los hay que son muy penitentes pero luego se dan de leches (donde está el buen cristiano entonces?) por "la causa"... o te ponen pingando por tonterías...

Anele, eso es, la caridad se demuestra en el comportamiento de día a día y haces muy bien en quedarte en casa comiendo torrijas, jajaja, y más con el frío que ha hecho.
Y no, no le crucifican de verdad, los clavos están introducidos en la cruz y ellos sólo apoyan las manos... Ya he visto por internet las "burradas" que hacen en Filipinas, imaginad luego esa gente para recuperarse cuando se han atravesado tendones y .... bufffff no quiero pensarlo.

COILET dijo...

jajajja, Candela, pues sí, no me extraña que uno que venga de fuera piense que el la vuelta del KKK, jajaja. Pero se ve que esta costumbre de los capuchones viene de la Edad Media, es un simbolismo: la vergüenza de los hombres como pecadores que se tapaban el rostro pq habían condenado a Jesús...