Pues sí, ya han pasado las Navidades y todo el jaleo que suponen... Lo mejor fue disfrutar de unos días de descanso e ir a mesa puesta, que eso siempre viene bien.
Tuvimos la agenda completa: yo iba al Pueblo a comer con mis padres, mi abuela y mi tío y me quedaba allí por la tarde, mientras Watio se dedicó a hacer unas pequeñas chapucillas en casa de su madre (cuando no se quedaba traspuesto después de comer). A mis primas y a mis tíos no les ví, estaban celebrando la navidad con la otra familia, pues ellos ya habían pasado la Nochebuena con la abuela. Así que otra vez será.
Un día también estuvimos con unos amigos de Ciudad Local cenando en su casa y hasta las tantas charlando y compartiendo fotografías a través del ordenador, pues yo también me llevé unos cd´s. Les encantó la noticia de nuestra futura paternidad, pues nos tenemos mucha estima y ellos no se cansaban de animarnos, ya que tienen dos nenas preciosas. A la pequeña ya me encargaron darle la cena, para que "me fuera entrenando", jeje.
Otra noche fuimos de invitados al cumpleaños de la pareja de mi suegra, el mejor hombre que podía haber encontrado, me alegro un montón por los dos porque se les ve muy ilusionados y muy a gusto. Además que ambas familias estamos muy contentas, porque son tal para cuál.
Los demás días aprovechamos para comprar (productos que sólo encontramos en Ciudad Local y a buen precio, por supuesto) o descansamos, saliendo alguna noche por nuestra cuenta los dos solitos a cenar, pues allí hay sitios que verdaderamente merecen la pena, donde cenas de maravilla y a un precio razonable, cosa que aquí es bastante difícil de encontrar... Y además, había que celebrar "nuestro aniversario", pues nos conocimos un fin de semana de Reyes de hace 17 años (bufffff cómo pasa el tiempo).
Al venir pillamos una buena nevada cerca de Altube y nos tocó ir detrás de la quitanieves. Yo me angustié un poco porque creía que nos íbamos a tirar así los 30 km que nos quedaban para llegar a casa, y no veía la hora de que aquello acabase, la carretera completamente blanca y venga a nevar... Me consolaba pensando que si teníamos que parar siempre podíamos echar mano de las provisiones del maletero: morcilla, chorizo, leche, panceta... (el olor que desprende el coche cuando volvemos podría sobornar fácilmente a algún agente de la autoridad...). Afortunadamente, tras unos kilómetros todo el manto blanco desapareció, así que respiré aliviada al comprobar que sólo había cuajado en el tramo del puerto. La verdad es que Watio sabe conducir muy bien, pero eso no quita que me pusiera algo nerviosa porque no llevábamos neumáticos de invierno, aunque sí teníamos las cadenas esas de tela en el maletero por si acaso.
Por fin llegamos, sacamos todos los bártulos y a esperar al siguiente fin de semana para descansar de nuevo, pero ya sin ajetreos...
Tuvimos la agenda completa: yo iba al Pueblo a comer con mis padres, mi abuela y mi tío y me quedaba allí por la tarde, mientras Watio se dedicó a hacer unas pequeñas chapucillas en casa de su madre (cuando no se quedaba traspuesto después de comer). A mis primas y a mis tíos no les ví, estaban celebrando la navidad con la otra familia, pues ellos ya habían pasado la Nochebuena con la abuela. Así que otra vez será.
Un día también estuvimos con unos amigos de Ciudad Local cenando en su casa y hasta las tantas charlando y compartiendo fotografías a través del ordenador, pues yo también me llevé unos cd´s. Les encantó la noticia de nuestra futura paternidad, pues nos tenemos mucha estima y ellos no se cansaban de animarnos, ya que tienen dos nenas preciosas. A la pequeña ya me encargaron darle la cena, para que "me fuera entrenando", jeje.
Otra noche fuimos de invitados al cumpleaños de la pareja de mi suegra, el mejor hombre que podía haber encontrado, me alegro un montón por los dos porque se les ve muy ilusionados y muy a gusto. Además que ambas familias estamos muy contentas, porque son tal para cuál.
Los demás días aprovechamos para comprar (productos que sólo encontramos en Ciudad Local y a buen precio, por supuesto) o descansamos, saliendo alguna noche por nuestra cuenta los dos solitos a cenar, pues allí hay sitios que verdaderamente merecen la pena, donde cenas de maravilla y a un precio razonable, cosa que aquí es bastante difícil de encontrar... Y además, había que celebrar "nuestro aniversario", pues nos conocimos un fin de semana de Reyes de hace 17 años (bufffff cómo pasa el tiempo).
Al venir pillamos una buena nevada cerca de Altube y nos tocó ir detrás de la quitanieves. Yo me angustié un poco porque creía que nos íbamos a tirar así los 30 km que nos quedaban para llegar a casa, y no veía la hora de que aquello acabase, la carretera completamente blanca y venga a nevar... Me consolaba pensando que si teníamos que parar siempre podíamos echar mano de las provisiones del maletero: morcilla, chorizo, leche, panceta... (el olor que desprende el coche cuando volvemos podría sobornar fácilmente a algún agente de la autoridad...). Afortunadamente, tras unos kilómetros todo el manto blanco desapareció, así que respiré aliviada al comprobar que sólo había cuajado en el tramo del puerto. La verdad es que Watio sabe conducir muy bien, pero eso no quita que me pusiera algo nerviosa porque no llevábamos neumáticos de invierno, aunque sí teníamos las cadenas esas de tela en el maletero por si acaso.
Por fin llegamos, sacamos todos los bártulos y a esperar al siguiente fin de semana para descansar de nuevo, pero ya sin ajetreos...
0 chispazos:
Publicar un comentario