Hachiko nació en Noviembre de 1923 en la prefectura de Odate, provincia de Akita, al norte de Japón. Era un perro de raza Akita, macho y de un intenso color blanco.
La suerte iluminó a Hachiko cuando a los 2 meses de edad fue enviado a la casa del profesor del departamento de Agricultura de la Universidad de Tokio Dr. Eisaburo Ueno. El profesor lo llevó a su hogar situado cerca de la estación Shibuya, y allí demostró ser un bondadoso y amable dueño. El perro por su parte lo adoraba.
Desde luego, Hachiko no podía acompañar a su amo hasta la universidad. Pero lo que sí hacía era dejar la casa todas las mañanas con el profesor y caminaba junto a él hasta la estación Shibuya.
El perro observaba como su dueño compraba el boleto y luego desaparecía entre la multitud que abordaba el tren. Más tarde, Hachiko acostumbraba sentarse en la pequeña plaza y esperaba allí a su dueño quien regresaba de su trabajo por la tarde.Esto sucedía todos los días. Así es como la imagen del profesor con su perro se volvió familiar en la estación Shibuya, y la historia de la lealtad de este animal se diseminó por los alrededores con mucha facilidad. Las personas que transitaban por Shibuya siempre comentaban este hecho.
Una tragedia irrumpió la tarde del 21 de mayo de 1925. La salud de profesor no era muy buena en esos días y repentinamente sufrió una ataque cardíaco en la universidad. Él falleció antes de poder regresar a casa. En Shibuya, el perro esperaba enfrente de la estación.
Muy pronto las noticias sobre la repentina muerte del profesor alcanzaron Shibuya. Inmediatamente muchas personas pensaron en el pobre perro que lo había acompañado todos los días. Varios tuvieron la misma actitud y fueron a la pequeña plaza para convencer al perro de que volviera a su hogar, como si él pudiera comprenderlos.
A la mañana siguiente Hachiko fue visto enfrente de la estación, esperando a su amo. Aguardó todo el día en vano. Al día siguiente estaba allí nuevamente y así sucedía día tras día. Los días se volvieron semanas, las semanas meses, los meses años y aún así, el perro iba cada mañana a la estación, espera el día entero y al llegar la hora de regreso de su amo, buscaba entre todos esos rostros extraños a áquel que amaba. No tenía en cuenta las condiciones climáticas, lluvia, sol, viento y nieve no impedían su diario peregrinar al encuentro de su amo, la lealtad hacia su amigo humano nunca pereció.
La lealtad demostrada por Hachiko tuvo un extraordinario efecto entre los japoneses pobladores de Shibuya. Él se transformó en un héroe, la figura más amada del área. Los viajantes que se ausentaban por un largo período siempre preguntaban por él a su regreso.
En el mes de abril de 1934 los bondadosos habitantes de Shibuya contrataron a Teru ( Shou) Ando, un famoso escultor japonés, para que realizara una estatua en honor su amigo Hachiko. El escultor estuvo encantado de realizar ese trabajo y la estatua de bronce fue colocada enfrente de la estación, donde solía esperar Hachiko.
Casi un año más tarde, el 7 de marzo de 1935 Hachiko falleció al pie de su propia estatua debido a su edad, pero eso no impidió que su historia y la estatua de Teru Ando se hicieran famosas por todo Japón.
Durante la guerra todas las estatuas fueron fundidas para la elaboración de armamento, la de Hachiko no escapó de esa suerte y lamentablemente el escultor fue asesinado. Pero los pobladores de Shibuya continuaban recordando a Hachiko y su mensaje de lealtad. Así fue como decidieron formar una Sociedad para el reemplazo de la estatua de Hachiko, y dicha sociedad contrató al hijo de Teru Ando, Takeshi Ando, quién también era un excelente escultor.
Hoy en día, la exquisita estatua de Hachiko permanece en el medio de la plaza enfrente de la estación Shibuya. Podemos encontrar alrededor de ella fuentes, puestos de diarios y revistas y personas sonrientes contándoles la historia de Hachiko a los pequeño o los no tanto.
El 8 de abril de cada año se conmemora a Hachiko en la plaza frente a la estación de trenes de Shibuya.
Los restos de Chuken Hachiko (en japonés el leal perro Hachiko) descansan junto a los de su amo el Dr. Eusaburo Ueno, en una esquina de la sepultura de su dueño en el Cementerio de Aoyama, Minmi-Aoyama, Minato-Ku, Tokio.
P.D. Por cierto, creo que en España hubo un caso parecido de un anciano que se murió en el hospital mientras su perro le esperaba fuera y el animal siguió allí durante años, mientras el personal del hospital se apiadaba de él y le daba de comer y beber.. Como otras tantas historias de perros que siguen a sus dueños y son capaces de encontrarlos a kilómetros de distancia. Y que luego haya gente que los abandone....... brrrrrrrr...
9 chispazos:
Pues sí, estás hablando de Canelo, y el Hospital era el de Cádiz. Siempre estaba allí, a los pies de la escalera, todo Cádiz lo conocía y nunca le faltaba comida. Cuando murió, evidentemente salió en el Diario de Cádiz.
Yo soy incapaz de ver esa película, porque gastaría como mínimo una caja completa de kleenex. Para los temas de animales soy extremadamente sentimental. Además de que yo tengo perros y he tenido. Como dices, esos ojos mirándote con toda la fidelidad y lealtad del mundo son incomparables.
Preciosa entrada Coilet.
Besos!!
El perro que dices español es Canelo, y esa historia sucedio en Cadiz. Durante años Canelo se convirtio en una figura mas a la entrada del Puerta del Mar. La gente le llevaba comida y todos lo conocian, pero el tiempo no perdona y tambien murio. Antonio Burgos hace un par de entradas muy buenas sobre el, lo que no tengo muy seguro es si la calle con su nombre ya existe, creo que si:
http://www.antonioburgos.com/hola/2002/02/3061.html
Que me acabo de terminar de leer el articulo de Antonio y que Canelo estuvo en la puerta del hospital a friolera de 15 años, y que no murio de viejo: lo atropello un coche. Sino, capaz de estar unos años mas...
Es verdad, ahora lo recuerdo... Gracias por vuestros apuntes, chicas!
Es una historia preciosa. Fidelidad absoluta.
Por supuesto, cuando estuve en Tokio esta primavera y estuvimos en Shibuya me fui derechita a hacerme una foto junto a la estatua.
Es una maravilla tener una mascota así.
¡Que bonita historia, Coilet!
Mi perrita lasi estuvo 2 años perdida ,nunca la dimos por perdida y dos años despues aparecio en casa ,se tumbo en los pies de mama que era quien siempre la sacaba y la daba de comer ,nunca se separo de las piernas d emi mama hasta el dia de su muerte .
Increíble historia, María... un ejemplo de fidelidad absoluta.
Preciosa historia, muy emocionante. Yo tengo un perrito de año y medio que cogí de la protectora y creo que es una de las mejores cosas que he hecho en mi vida
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